El gobierno de Boris Johnson intentó sin éxito tranquilizar los ánimos de la población ante la escasez de gasolina y consecuentes fallos en la cadena de suministros, especialmente de alimentos. En las últimas horas se han observado largas colas en las estaciones de servicio del Reino Unido que cuentan con combustibles. Mientras otras muchas, permanecen temporalmente cerradas.
La crisis de combustible tiene un antecedente, igualmente volátil y que produce agitación en la sociedad, como es la falta de conductores de transporte pesado. Este déficit de mano de obra especializada obedece, por un lado a las secuelas de la pandemia. Y por el otro, al Brexit.
La Asociación de Transportes RHA (Road Haulage Association) considera que el Reino Unido necesita unos 100.000 chóferes de camiones adicionales. Una carencia que ha creado crecientes problemas de aprovisionamiento en las últimas semanas, incluido en los supermercados.
La pandemia ha obligado al cierre durante meses de centros de formación de conductores. Por tanto, es la «principal causa», de la situación que afecta también a otros países, dijo el ministro de Transportes, Grant Shapps. A esto se añade que es un «trabajo difícil y mal pagado».
Adicionalmente, el Brexit dificulta la llegada de conductores procedentes de la Unión Europea, debido a los trámites de inmigración mucho más complejos. Esta dual situación salpicó directamente a otras actividades vitales, como son el suministro de combustible y de alimentos.
La preocupación de una crisis de combustible surgió después de que las petroleras BP y Esso, propiedad de ExxonMobil, informaran que se vieron forzadas a racionar el suministro de gasolina. Al mismo tiempo, cerrar algunas gasolineras debido a la falta de choferes de camiones cisterna.