Cuando Satya Nadella se hizo cargo de Microsoft en 2014 comenzó por abrir Windows. A diferencia de sus predecesores, que habían mantenido la joya de la corona del gigante del software sellada herméticamente frente al mundo exterior, expuso el sistema operativo (SO) a la brisa de la competencia. Los otros programas de la firma que antes solo podían correr en Windows ahora podían operar en otros SO, incluyendo Linux, un rival de “código abierto” que Microsoft previamente había llamado un “cáncer”.
La maniobra amplió el mercado para el software de Microsoft y mejoró Windows, forzándolo a competir con los SO rivales en términos más equitativos. Ese camino sacudió la cultura de Microsoft, la ayudó a deshacerse de la reputación de monopolio malvado y abrió camino a una recuperación impactante que vio su valor de mercado trepar por encima de los US$2 billones.
Cuando Satya Nadella se hizo cargo de Microsoft en 2014 comenzó por abrir Windows. A diferencia de sus predecesores, que habían mantenido la joya de la corona del gigante del software sellada herméticamente frente al mundo exterior, expuso el sistema operativo (SO) a la brisa de la competencia. Los otros programas de la firma que antes solo podían correr en Windows ahora podían operar en otros SO, incluyendo Linux, un rival de “código abierto” que Microsoft previamente había llamado un “cáncer”.
La maniobra amplió el mercado para el software de Microsoft y mejoró Windows, forzándolo a competir con los SO rivales en términos más equitativos. Ese camino sacudió la cultura de Microsoft, la ayudó a deshacerse de la reputación de monopolio malvado y abrió camino a una recuperación impactante que vio su valor de mercado trepar por encima de los US$2 billones.
La otra mitad del entonces todopoderoso arreglo “Wintel”, por el que las PC funcionarían con software de Windows y chips de Intel, quiere abrir la ventana. El gigante estadounidense por mucho tiempo guardó celosamente su negocio de chips. Luego de años de demoras de sus productos, malas apuestas tecnológicas y cambios en la conducción, está lista para un poco de aire fresco. “Nuestros procesos, nuestra manufactura, nuestra propiedad intelectual a través de nuestros servicios de fabricación de procesadores para otros fabricantes de chips: todo estará disponible ahora para el mundo”, dice Pat Gelsinger, nuevo líder de Intel.
Si tiene éxito la estrategia de Gelsinger, podría remodelar una industria de US$600.000 millones. A corto plazo, el fracaso podría agravar la escasez de chips que le está haciendo difícil la vida a los fabricantes de variadas industrias, desde autos hasta centros de datos. A largo plazo, podría llevar a una mayor concentración del mercado de chips, ya de por sí concentrado, con Intel cada vez más eclipsado por sus rivales. Y podría consolidar el dominio de Asia de la industria, creando todo tipo de complicaciones geopolíticas.